1ºGustavo Cabello A veces son 8.000, a veces 8.500, llegando algunos a los 9.000. Según cómo les vaya el día. Ahora bien, el tema principal aquí no es si éste o aquél más o menos, sino la legitimidad. Lluís Companys representaba al gobierno elegido de la república, y defendía la voluntad popular expresada en las urnas y el régimen republicano legítimo. Los golpistas, por mucho que se autodenominaran “nacionales” o proclamaran la cruzada, eran militares fascistas que se levantaron contra la república que habían jurado defender.
No sólo no asesinó, sino que salvó a opositores políticos.
Está claro que detrás de las líneas republicanas existieron represalias. Pero en Catalunya, la Generalitat perdió el control, y quienes realmente efectuaban estas acciones eran grupos de descontrolados, principalmente anarquistas (e incluso delincuentes comunes) que habían conseguido las armas del cuartel de Sant Andreu. Los sindicatos anarquistas se hicieron los dueños de las calles, y no respondían a ninguna autoridad. El período inmediatamente posterior al fracaso del golpe de estado en Cataluña, el 19 de julio, hasta el 2 de octubre del 36, fue el período revolucionario.
En esta situación, Companys no sólo no fue ningún asesino, sino que ayudó a escapar a mucha gente perseguida por los alborotos descontrolados de la FAI. Muchos eran adversarios políticos, pero Companys intercedió para que la Generalitat expidiera salvoconductos que les permitió marcharse al exilio. Algunos después se pasarían a Burgos. Entre quienes salvó, estaba Enrique de Querol el fiscal que finalmente le condenó.