1ºQué barbaridad de artículo.
Gracias a que la generación de los 70-80 (y vamos a peor) decidió no compartir.
Tenemos que legislar sobre la soledad porque cada vez hay menos hijos que compartan SU TIEMPO (PROPIEDAD PRIVADA) con sus mayores.
Qué pasa si no compartimos en el trabajo?
Qué pasa si un estado no comparte sus recursos entre sus regiones o autonomías?
Qué pasa si un país no comparte recursos con otros paises?
Que tendremos cada vez unas relaciones más deshumanizadas en aras de la propiedad privada, que empieza por el juguete de la infancia y termina en el agua de los lagos y mares, en el derecho de no ayudar a nadie aunque esté en peligro de muerte (25.000 fallecidos en el mediterráneo, cuya causa principal es no querer compartir nada con ellos) . Espero que el señor Martí no neesite algún día una transfusión de sangre, porque igual se encuentra con que hubo tanta gente que le hizo caso, que ya no dona sangre para compartir vida.
Los expertos son los psicólogos, así que para contrarrestar la malignidad del artículo dejo otro breve y cogido al azar sobre LOS BENEFICIOS DE COMPARTIR.
https://mapsicologos.com/.../?cn-reloaded=1
2ºRaquel NiegoRaquel Niego mi experiencia es que los niños empiezan a compartir sin que se lo pidas, tienen que madurar para entender que es una forma positiva de relacionarse con los demás, yo nunca les obligue a compartir nada, mucho menos si era su juguete favorito o el regalo recién estrenado. Lo de la empatía está muy bien, pero les tiene que salir a ellos, y eso ocurre sobre todo cuando ven que sus padres tienen empatía con ellos. Me gustaría ver cómo un adulto recién estrenado su nuevo coche, le pido que me lo preste para un viaje, ¿Que ocurriría?